Visitamos el Cenote Ik Kil y la ciudad de Valladolid

Tras la visita de Ek Balam y Chichen Itzá, nos fuimos a comer. Rafa nos llevó a Pisté en el municipio de Tinúm, a un buffet bastante austero jeje y un poco asqueroso, dónde las moscas campaban a sus anchas y dónde la comida no estaba tapada (costumbres de la zona, que no son tan escrupulosos y mirados como nosotros). Comimos poco la verdad, no me gustan estos sitios pero entiendo que allí todo funciona de otra manera y hay que adaptarse.

Tras la comida fuimos a refrescarnos al Cenote Ik kil, uno de los más bonitos que vimos por allí.

 Este cenote está a las afueras de Pisté, por lo que llegamos enseguida. En distancia este lugar está a tan solo 3 kilómetros de Chichén Itza y a 35 minutos de la ciudad de Valladolid y las agencias suelen venderlo en una excursión junto a Chichen y Valladolid, por lo que es uno de esos lugares bastante masificados, aunque nosotros tuvimos la suerte de llegar nada más comer y había poca gente (en las excursiones de las agencias van normalmente antes de comer). 

Nada más llegar nos sorprendió el entorno, lleno de plantas exóticas y árboles, un sendero que se  recorre dando un agradable paseo hasta que se llega al cenote.

Un cenote, para que todo el mundo lo tenga claro, es una piscina natural que se forma a la salida de una cueva. Éste es un cenote abierto, al aire libre, sin techo que lo proteja. Se dice que los cenotes jóvenes comienzan bajo cuevas, por lo que tienen techo, y después de mucho tiempo pierden el techo en derrumbes y de ahí se deduce que éste es un cenote viejo porque está descubierto, pero que es precioso, y por estar expuesto a la luz del sol, tiene más vida y variedad de especies en flora y fauna. Cuenta también con unas largas lianas que llegan desde fuera del pozo hasta su interior y que producen el efecto de cascadas naturales que le dan un toque encantador.

El cenote Ik Kil tiene una profundidad de unos 40 metros y un diámetro de 60 metros.

Junto al cenote hay duchas y el que se quiera bañar en sus aguas, debe pasar obligatoriamente a ducharse antes, os aviso.

Yo os diré que no me bañé (me mojé en las duchas), soy un poquito aprensiva con estas cosas y después de haberme contado el guía lo de los sacrificios y esas cosas, como que me dejó mal cuerpo con los cenotes jaja, además nos dijeron que el agua estaba bastante fresca y no me apetecía nada la impresión del agua fría después de comer..., maniática que es una; pero mi marido si que quiso bajar a nadar, así que yo me quedé la mochila (para los interesados contaros que hay taquillas para dejar las cosas y cuestan 3€,no se permite bajar al cenote con mochilas) y desde arriba lo vi nadar, tirarse de bomba y aproveché para hacer fotos.

La bajada se hace por una estrecha escalera de piedra por la que hay que ir con cuidado y con calzado adecuado para no resbalarse porque está todo mojado; lo ideal aquí es llevar escarpines o zapatillas con suela de goma aptas para el baño y que venden en cualquier tienda multideporte o bazar de los chinos incluso jeje. 

El horario del cenote es bastante amplio, desde las 8:00 hasta las 17:00h.

No recuerdo exactamente el precio, pero rondaba los 70-80 pesos, que son unos 5€ más o menos. Si quieres chaleco salvavidas también está disponible al precio de 3€ (50 pesos), al igual que la taquilla, pero a diferencia de otros lugares, lo que aquí es gratuito es el aparcamiento. 

La zona también cuenta con restaurante y tienda de souvenirs.

Tras la parada refrescante en el cenote, nos pusimos en marcha nuevamente hacia Valladolid. 

Poco pudimos ver de esta bonita ciudad, apenas tuvimos 2h para visitarla, estábamos un poco cansados y hacía bastante calor, así que disfrutamos poco de ella.

Rafa nos dejó en la la Plaza Central de Valladolid, dónde se ubica un precioso parque llamado Parque  Francisco Cantón Rosado, que tiene una gran fuente en el centro a la que llaman “la mestiza”. Esta plaza es el centro de la ciudad y siempre hay mucho ambiente. 

Frente a esta plaza se levanta imponente la Iglesia de San Gervasio, que tiene dos enormes torres en la fachada y en medio el escudo del rey Felipe V (el primer rey Borbón) tallado en la piedra. Es uno de los lugares más importantes de Valladolid y el acceso al interior es libre.

El Palacio Municipal también se encuentra en uno de los laterales de esta plaza, se puede visitar y se puede subir al primer piso para gozar de mejores vistas sobre la plaza y el parque. Otras estancias importantes de la plaza son el bazar, el centro artesanal Zací y varios edificios con pórticos alargados (calle cubierta con columnas por la que pasear) que nos enamoraron.

Callejuelas pintorescas con casitas coloniales de colores hacen que te vuelvas loco con la cámara, pues es como si hubieras viajado hacia atrás en el tiempo a otras épocas pasadas. Me quedo con la Calzada de los Frailes, preciosa.

Nos sorprendió el ambiente tranquilo del centro de Valladolid, con poco tráfico y escaso ruido y esa  sensación de amplitud de sus calles para un casco antiguo pequeño y compacto, pero... nos encantó.

Realmente no vimos mucho más..., como os digo hacía bastante calor y estábamos muy agobiados, buscábamos sombra y aire fresco jeje, cosa un poco inusual para las temperaturas que tienen aquí, pero un helado casero nos ayudó bastante; pasamos por delante de una heladería que hacía helados de frutas artesanos y me comí uno de sandía riquísimo, y caminando con nuestros helados fuimos a sentarnos al parque, a descansar y a esperar que se hiciese la hora de que Rafa volviese a por nosotros para regresar al hotel.