Zona arqueológica de Cobá y familia maya nativa

Rafa, nuestro guía local en México, nos llevó a Cobá, un yacimiento arqueológico maya que no conocíamos y que nos gustó mucho.

Nos recomendó calzado plano y cómodo (tipo zapatilla o sandalia atada), ropa ligera y fresca, sombrero o gorra, repelente de mosquitos y protector solar. Por descontado, llevar agua fresca para hidratarnos durante la visita.

Lo mejor es hacer la visita a primera o última hora del día, porque si no estamos acostumbrados al ejercicio podemos sufrir una lipotimia...(en el caso de ir andando), pues el calor sofocante y húmedo de Yucatán agobia muchísimo.



Para los que vais en coche de alquiler, que sepáis que hay que pagar por el estacionamiento destinado para ello en la zona arqueológica.
El horario es de lunes a domingo de 08:00 a 17:00 horas (último acceso a las 16:30 hrs.).
El precio de la entrada son 70 pesos (no llega a 5€) y el parking son 30 pesos (unos 2€).
 La zona está muy bien incluso para pasar la mañana o la tarde, pues existen establecimientos que venden alimentos y bebidas, y tiendas de artesanías de la región

Cobá se encuentra en el estado de Quintana Roo, a  90km al este de Chichén Itzá, a 40km al noroeste de Tulum, a 160km de Cancun y a 100 Km de Playa de Carmen (para que os situéis si vais).

 

La visita se hace muy amena; te acompaña un guía autóctono que te da mucha información sobre el lugar.
Desde la entrada hasta los yacimientos hay un agradable paseo por la jungla de 2km que se puede hacer andando, en bicicleta o en bici-taxi para varias personas, nosotros escogimos esta última opción por ser la más original y la menos cansada para nosotros, ya que nos esperaba un día muy largo y agotador y preferimos nos cansarnos de inicio.
En nuestro caso con el bici-taxi, el guía va pedaleando mientras tú vas sentado en el carro disfrutando del paisaje y al llegar a cada construcción, paramos y te lo explica. Como ya sabéis íbamos en grupo de 5 parejas y por lo tanto cada parada era un intercambio de historias y preguntas a los guías muy entretenidas.

Cobá significa "Aguas agitadas por el viento" debido a su emplazamiento junto a 4 lagos.
Es un lugar del que queda mucho por descubrir, ya que aun tiene muchas estructuras y construcciones cubiertas por la jungla, lo que hace de estas ruinas un lugar mágico que nos proporciona un sentimiento como de estar en un tour de expedición jaja.
Apenas han salido a la luz un 10% de la totalidad de estructuras de la ciudad original, estando el 90% de edificaciones enterradas o cubiertas por la selva. Se dice que con el tiempo se probará que Cobá fue uno de los yacimientos más grandes e importantes de la península.

Según estudios llevados a cabo allí, Cobá tuvo una población de unos 50.000 habitantes y una extensión de 80km cuadrados. Por lo visto era una de las ciudades más grandes y poderosas del norte de Yucatán, con un notable poder político, económico y social, además de poseer un amplio control territorial.

La ciudad estaba comunicada por largos caminos levantados de piedra, llamados en lengua maya  sacbé (camino blanco). El más largo de ellos de 100 km., llega al sitio de Yaxuná, muy cerca de Chichén Itzá. Los habitantes de Cobá que no pertenecían a la clase poderosa, residían en los alrededores del núcleo de la ciudad, en viviendas muy similares a las de los mayas modernos.

Empezamos la ruta. A la derecha nos encontramos la pirámide llamada Templo de la Iglesia y, aunque no es tan grande como la pirámide principal, merece la pena su visita, pero no se permite subir a ella.

Más adelante hay un  juego de pelota muy bien conservado que nos llamó mucho la atención por la cantidad de detalles que tenía,  y otras edificaciones, como un túnel en forma de arco maya.
También hay un segundo juego de pelota decorado con inscripciones jeroglíficas (una calavera en el suelo y relieves en sus paredes) junto con una pirámide que tiene una forma poco común, porque sus esquinas son redondeadas, es el Templo Oval, uno de los más curiosos que vimos allí. Ha sido restaurado, es por eso que se ve tan bonito.

Llegamos a el Xaibé, conocido como Cruce de caminos, que es una plataforma semicircular en la que se unen las rutas a varias zonas de las ruinas. No es muy impresionante este grupo de edificaciones.

Y por fín la joya de la corona jeje, la pirámide de Nohoch Mul, con 42m de altura. Es la pirámide maya más grande de Yucatán y el guía nos contó que fue un importante centro ceremonial.
Las vistas desde lo alto son impresionantes: un manto verde de vegetación exuberante hasta donde alcanza la vista. Desde lo alto da vértigo mirar las inclinadísimas escaleras que hemos subido y que ahora hay que bajar jeje, suerte que hay una cuerda en el centro de la cara "transitable" de este templo que sirve de apoyo y ayuda a quienes se han atrevido a subir.
Esta pirámide no está rehabilitada, se encuentra en su estado natural pero al menos dejan subir a lo alto de la misma, cosa que en Chichen Itzá ya no dejan desde hace años.
Yo me quedé a mitad de camino, no fuí capaz de llegar a la cima, está demasiado inclinada, hace mucho calor y tuve miedo de que me fallasen las piernas o la cabeza jeje. Mi marido, más intrépido que yo si que subió y a él le debemos estas fantásticas fotos.

En la explanada que hay frente a la pirámide se conservan algunas estelas interesantes. Son  como una especie de lápidas de piedra donde se esculpían hechos importantes de la clase alta de la sociedad. Gracias a estas piedras inscritas se han podido analizar las costumbres de la civilización maya.

El guía nos llevó al Conjunto de Las Pinturas. Hay que desviarse por un caminito entre el bosque de unos 500m para llegar. Esta parte contiene los edificios más nuevos de este recinto y pertenecen a la última época en que Cobá fue ocupada. 

Lo primero que se observa son los restos de unos altares y columnas y detrás una pequeña pirámide con un templo en la parte superior, que se supone que debía estar decorado en el interior con pinturas murales, por eso su nombre. 

 Hay otro grupo de ruinas un poco más alejado al que nosotros no fuimos, el grupo Macanxoc.

Tras la visita a la zona arqueológica, Rafa nos llevó a visitar una a familia nativa maya, para que viésemos cómo viven, cómo se abastecen, cómo se reparten las tareas, cómo cuidan a sus "exóticos" animales que después se comen, cómo se fabrican sus propias ropas, utensilios de cocina, recipientes... y sobre todo, cómo viven con apenas nada.

En medio de un bosque tropical, vive la familia maya que fuimos a visitar.
Esta familia estaba compuesta por padre, madre y 10 hijos, ¡casi nada!.
Vivían exclusivamente de la agricultura y de la granja que ellos mismos llevaban. Un pequeño huerto, unos cuántos animales de granja y la maña artesanal de cada uno de los miembros de la familia hacían que se autoabastecieran y se sacasen un extra con la venta de sus creaciones para comprar productos que no podían obtener por méritos propios.

El padre se ocupaba del huerto y de vender cosas, la madre de los animales y de las tareas de la casa, los hijos de hacer ponchos, mantas, bolsas de lana, gorros, de ir a comprar, de vender, de ir al colegio y de colaborar en casa en todo lo que se les necesitase.

Nos llamó mucho mucho la atención los raros animales que allí tenían..., os prometo que soy incapaz de recordar el nombre de ninguno jaja, eran rarísimos tanto el nombre como los propios animales...., pero lo que si recuerdo es que la mayoría de ellos los criaban durante un tiempo y luego se los comían. Los animales como mascotas allí no contaban.

El padre hacía máscaras de madera, talladas por él mismo y pintadas por las hijas. Las hijas hacían pulseras y collares con cáscaras de semillas y gomas. Cualquiera de ellos vendía cualquier artesanía hecha por la familia y siempre negociaban y regateaban el precio.
La madre enviaba a los hijos al colegio y cuando volvían tenían que pasar a comprar cosas para el día a día. También intercambiaban productos con otras familias y gentes cercanas, lo que conocemos como trueque, para obtener productos que necesitaban.

La verdad es que nos sorprendió lo bien que se lo montaban, lo tenían todo muy bien organizado, con un buen terreno donde la huerta y los animales se entremezclaban (allí no había orden, ni zonas destinadas a huerta o granja, sino que estaba todo junto) y respecto a la casa pues era una palapa, una casa hecha con troncos y paja. No habían apenas muebles, si me apuras una mesa y alguna silla, pero ni una sola cama, allí todos duermen sobre telas atadas de palo a palo y que conocemos como hamacas jaja, y todos en la misma estancia, allí no hay habitaciones, y surgió la gran interrogante...jajajajaja, cuando la pareja padre y madre tienen un momento íntimo, además de ser incómodo de narices en una hamaca....¿se enteran todos los hijos? jajaja, allí como digo duermen todos juntos, cada uno en su hamaca de tela y no hay cortinas que tapen un poco y generen un poco de intimidad....y como que para hacer 10 hijos se han tenido que poner las pilas jajaja. Aquella era la comidilla de la visita, nos reímos mucho, todos recién casados e imaginándonos en esa situación jajaja, yo creo que no sería capaz de ciertas cosas en público aunque sean mis hijos.

Bromas y cachondeo aparte, la visita a esta familia nos hizo pensar mucho y ver que muchas de las cosas que consideramos necesarias para vivir, son totalmente prescindibles. Tras la visita, aprendimos a valorar las cosas de otra manera.

Paramos a comer, no recuerdo el nombre del lugar al que fuimos ni el del restaurante, pero si os digo que fué bastante mejor que el del día anterior en Pisté jeje. Y tras la comida, fuimos a visitar Tulum, pero eso te lo cuento en este otro post.